Black Mirror 02×01: Vuelvo enseguida

Ya está aquí la segunda temporada de Black Mirror, otros tres capítulos de la profética miniserie británica cuya primera temporada  nos hizo temblar ante un aterrador pero posible futuro.

Tanatorio

Sinopsis

Este primer capítulo, Be Right Back, tiene como detonante la muerte, la pérdida del ser más querido. Martha, la protagonista, pierde a su novio Ash, un chico enganchado a las redes sociales como cualquiera de nosotros, en un momento delicado de su vida; está esperando su primera hija. El vacío y la soledad de su vida le harán seguir el consejo de Sara: utilizar una macabra aplicación que te permite simular que tu relación con el difunto sigue, igual que antes.

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Esta aplicación se dedica a recopilar toda la información que hay en la red sobre Ash, poniendo especial atención en su tipo de comentarios, sus gustos, etc. La cosa comienza como un simple intercambio de «WhatsApps», va un poco más allá cuando una simulación de voz permite a Martha hablar con él por el iPhone y pasarle fotos de su ecografía. Sin embargo, la perdición llega cuando Martha accede a suscribir un servicio que está en fase experimental: que le envíen a casa una réplica de su marido.

Un futuro posible

La primera pregunta que surge es: ¿sería posible llegar a crear algo así? Ya existen cosas parecidas como liveson, todo un canto al mal gusto y a la falta de sensibilidad humana. Desde luego, como cada vez desarrollamos nuestra actividad social más «online», no es ningún secreto que Google conoce perfectamente el contenido de todos los mensajes privados, conversaciones de Facebook, páginas que visitamos, etc.

Chat

Esta idea de crear un perfil exacto del consumidor para venderlo a los anunciantes será aún más llevada a cabo próximamente por Google Glass, que promete ser algo similar a regalarle un caramelo a un niño a cambio de saber todo lo que hace mientras lo lleva en la boca.

De eso a la simulación de voz sólo hay un paso, véanse sino ejemplos actuales como la famosa Siri de Apple (es curioso que la amiga de Martha se llame «Sara»). El siguiente paso es más complicado: ¿crear un ser humano que posea IA? Al paso que vamos, poco me extrañaría. Tomemos el pacto de lectura, pues, de que será perfectamente posible.

La soledad; al borde del precipicio

Ash va a devolver la furgoneta que habían alquilado. Martha decide no acompañarlo. Desde que Ash se va con el coche, no le vemos más en todo el capítulo. Ni siquiera vemos el coche estrellado, ni su cuerpo en el tanatorio. Grandes decisiones del guionista Charlie Brooker.

Martha, así, se encuentra sola. Sara le aconseja utilizar esa App, diciéndole que puede ayudarle, pero ella se niega rotundamente. Fijémonos que no le ofrece ayuda real, personal, sino que le remite a «una ayuda» que puede darle ese programa. Pero no; Martha decide encerrarse en su casa. Ella sola con el remordimiento de la muerte de Ash. Su depresión estalla cuando descubre que está embarazada. Es un momento peligroso, y más si decide vivirlo en soledad, sin hablar con ninguna de sus amistades. La mente puede jugar malas pasadas cuando no tiene nadie más en quien reflejarse y con quien contrastarse. Así que Martha decide empezar a hablar con Ash con esa aplicación. Y no habla con nadie acerca de ello; lo lleva en secreto, confiando en que se bastará a sí misma para seguir adelante.

Soledad

¿Quién es Ash?

Martha empieza a vivir con una espeluznante tensión: ¿quién es su marido? ¿Dónde está ahora? ¿Tiene algo que ver con este «ser» con el que empieza a relacionarse, que tanto se le asemeja?

Cabe retomar la milenaria pregunta sobre qué es una persona, qué es la libertad y sobre si existe el alma. ¿Somos algo más que una serie de actitudes y respuestas a estímulos sumados a un cuerpo físico? Pongámonos en situación: si nos enviaran a casa un sustituto de alguien a quien queríamos, que resulta que responde a las cosas igual que él y es idéntico a él, ¿cómo podríamos salir de la ilusión de que «es él»?

Un punto clave es la libertad. Si nos fijamos, Martha tiene que «configurar» la libertad del nuevo Ash con tal de hacerle más similar a su difunto marido. Se trata de un concepto de libertad empírica: no es «yo soy libre y decido hacer esto», sino «se me programa para hacer esto y aquello otro, y al final parecerá que soy yo quien lo decide libremente». Es la parte más laboriosa de la suplantación de la identidad de Ash: que sus gestos y decisiones también se le asemejen, pues al final una persona es lo que decide ser en todo momento.

Consol

Ash resulta ser, en definitiva, un consolador. Sofisticadísimo, eso sí. Incluso una versión mejorada del Ash original, puesto que físicamente es más resistente y más capaz, por ejemplo, de satisfacer sexualmente a Martha. Podemos preguntarnos, fríamente: ¿en qué cambia la vida de Martha? Sigue durmiendo junto a Ash, éste poco a poco va siendo rabiosamente idéntico al original, le da conversación, placer sexual, le hace compañía…

Anticlímax

Como ocurre también en 15 millones de méritos, es este capítulo hay un importante anticlímax, un momento en el que la libertad de la protagonista se ve desafiada en un momento de tensión emocional. Me refiero a la escena en la que el nuevo Ash y ella están, literalmente (brillante metáfora visual) al borde del precipicio. Ella ha decidido traerle ahí para acabar con esta mentira y obligarle a saltar y desaparecer para siempre.

Ella le pide que salte. Él, como buen robot programado, se dispone a hacerlo. Sin embargo, a ella sigue enfadándole ver que no es su marido, puesto que su marido no hubiera accedido a una petición tan crucial así como así. De modo que le pide que oponga resistencia, que llore como lo hubiera hecho Ash. Él lo hace, y ella ya no puede más. Está desquiciada. Es el momento de su elección. Puede tirar toda esa mentira al agua y volver a afrontar la realidad o, por el contrario, seguir ahogando su soledad utilizando al muñeco.

La escena termina con el nuevo Ash gritando «¡no quiero morir!», a lo que Martha responde con un desgarrador grito de desesperación.

El vicio

Por acudir a un lugar común, la RAE define el vicio, entre otras, como gusto especial o demasiado apetito de algo, que incita a usarlo frecuentemente y con exceso.

Las redes sociales, entendidas como un paliativo de la soledad, pueden ser y son cada vez más, el vicio del siglo XXI. Y, como ocurre con cualquier vicio, todo es empezar. Observemos a Martha: comienza por pura curiosidad, hablando por esa especie de WhatsApp, y poco a poco empieza a arriesgar con otras posibilidades que se le ofrecen. En el fondo, es consciente de que lo que hace no le va a traer nada bueno, pero la presión emocional y la soledad le pueden. Con este tira y afloja llega a la escena clave, al anticlímax del que acabamos de hablar.

Es su última oportunidad de volver a tomar el camino correcto. Pero, por lo visto, ya había decidido tiempo atrás lo que quería, y esa decisión no hace más que ponerse de manifiesto en esa escena. Hace tiempo que cambió la realidad que tenía por la que quería. Y, aunque resultara espeluznante y desesperante a veces, no se atreve a dar el brusco giro a estas alturas. Está condenada a cadena perpetua de su propia decisión, hasta las últimas consecuencias.

Grito

Otros finales posibles

Recordemos cómo termina el episodio: varios años más tarde, entre 5 y 8 a lo mejor, es el cumpleaños de la pequeña. Aprovechando la celebridad del día, le pide a Martha que le deje subir al altillo, como día excepcional. Martha abre la trampilla, despliega las escaleras y deja que su hija suba por ellas. Ahí arriba está, como nos temíamos, el Ash artificial. Recibe a la pequeña con un «no estaba haciendo nada», subrayando una vez más su naturaleza artificial. Es un final macabro donde los haya.

Sin embargo, después de ver el capítulo, estuvimos pensando otras formas en las que podría haber terminado, ya que este final deja muy mal sabor de boca pero no es tan catastrófico como podía esperarse. Enumero dos que se nos ocurrieron:

  1. La hija muestra mucho más cariño y complicidad hacia «su padre» que hacia su madre. Así, ésta se sentiría ahora más sola que nunca. 
  2. En un futuro algo más lejano, Martha está notablemente envejecida, la niña toda una adolescente, y el falso Ash sigue igual que siempre.

Ambos serían mucho más terribles, pero quizás por eso mucho más catárticos. Sea como sea, es un capítulo sobre el que conviene pensar y compararse, y esperar, en cualquier caso, no separar nunca los pies del suelo. Podríamos pagarlo caro.

Escalera

Acerca de jmangles

Comunicador. Escribo y trabajo en audiovisuales! Más sobre mí en www.jmangles.com
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6 respuestas a Black Mirror 02×01: Vuelvo enseguida

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  3. Jose Carlos dijo:

    Ash solo fue un consolador para Martha!!!

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